Aprende a distinguir la incomodidad del riesgo real
Cada verano batimos un nuevo récord de temperatura. Y el estrés térmico aparece como de costumbre.
Según la AEMET, el verano de 2024 fue el más cálido en España desde que hay registros, con 22 días de ola de calor oficialmente reconocida. Y este año vamos por el camino: junio de 2025 pasará a la historia como el mes más caluroso.
Lo preocupante de todo esto no es solo el termómetro (que también), sino cómo podemos seguir desarrollando nuestra vida diaria ante estas situaciones extremas. Y, por supuesto, cómo debemos gestionar desde las empresas el calor para que no se convierta en un riesgo grave.
En muchas empresas, al hablar de “calor extremo” y cómo prevenirlo, la primera reacción suele ser: “Bueno, hace calor, pero aquí aguantamos”.
Y sí, a veces, el calor “solo” incomoda. Pero otras veces puede poner en jaque al cuerpo y desencadenar un golpe de calor. Lo primero es subjetivo y molesto. Lo segundo, objetivo y peligroso. Y aprender a diferenciar ambos escenarios es el primer paso para prevenir con sentido.
En este artículo vamos a explicarte, con claridad y ejemplos reales, qué diferencia una situación incómoda de una situación de riesgo, cómo se mide cada una y qué decisiones puedes tomar como responsable de empresa.
¡Empezamos!
¿Qué encontrarás aquí? 1. ¿Qué es el disconfort térmico? 1.1. ¿Cómo puedes detectarlo? 2. ¿Qué es el estrés térmico? 2.1. ¿Cómo puedes detectarlo? 2.2. ¿Cómo puedes prevenirlo? |
1. ¿Qué es el disconfort térmico?
Disconfort térmico: la incomodidad que impacta de lleno en tu equipo
Antes de entrar en riesgos reales, conviene detenerse un momento en lo que no se considera un riesgo como tal, pero que sí puede tener consecuencias.
El disconfort térmico una sensación de incomodidad relacionada con las condiciones térmicas del entorno, que puede estar provocada por calor, frío, humedad, corrientes de aire o radiación térmica.
Su aparición no pone en peligro la vida, ni obliga a activar protocolos, pero condiciona (y mucho) el día a día de las personas trabajadoras más de lo que parece. En verano está presente en la mayoría de entornos laborales y sí, quizá también en el tuyo.
1.1. ¿Cómo puedes detectarlo?
La norma UNE-EN ISO 7730 pone las bases para evaluar el confort térmico en espacios interiores cerrados: oficinas, aulas, hospitales, zonas de fábrica… Lugares donde puede que no haya riesgo térmico grave, pero donde trabajar se hace cada vez más cuesta arriba.
Esta norma no mide si hay peligro, sino si las personas se sienten bien en su entorno térmico. Y lo hace a través de dos indicadores principales:
- PMV (Predicted Mean Vote)
Se trata de un índice que predice cómo se siente térmicamente un grupo de personas en un ambiente concreto. Se mueve en una escala de -3 a +3, donde:
- +3 es calor extremo
- 0 es neutral (ni frío ni calor)
- -3 es frío extremo
Un entorno se considera confortable si el PMV está entre -0,5 y +0,5.
- PPD (Predicted Percentage of Dissatisfied)
Aunque el entorno esté “en rango”, siempre habrá personas incómodas. Y este índice estima qué porcentaje de personas no se sentirán bien en esas condiciones.
La combinación de ambos índices permite anticipar problemas antes de que escalen. Porque una cosa es que no haya riesgo, y otra, muy distinta, es que todo el mundo esté rindiendo como debería.
Para calcularlos, se tienen en cuenta seis factores clave:
- Temperatura del aire
- Temperatura de las superficies que rodean (radiación)
- Humedad relativa
- Velocidad del aire
- Tipo de ropa
- Nivel de actividad física
Aunque el disconfort térmico no sea tan peligroso como el estrés térmico, no por ello deja de ser importante.
Cuando se mantiene en el tiempo, afecta al rendimiento, a la motivación y al bienestar general del equipo. Y es que, a diferencia de lo que muchos suelen pensar, no hace falta que haya una urgencia médica para que algo requiera intervención. A veces basta con observar cómo baja el ritmo, cómo se acumulan los errores o cómo suben las quejas.
Pero hay situaciones en las que el calor va más allá del malestar.
Cuando el cuerpo deja de responder con normalidad y empieza a dar señales de alarma, el escenario cambia. Ya no hablamos de incomodidad, sino de riesgo.
Y es ahí donde entra en juego el estrés térmico.
2. ¿Qué es el estrés térmico?
Estrés térmico: cuando el calor se convierte en un riesgo real
El cuerpo humano está preparado para adaptarse a ciertos cambios de temperatura. Pero tiene un límite. Y cuando ese límite se supera, empiezan los avisos: sed intensa, sudor excesivo, piel seca, mareo, dolor de cabeza, confusión…
A eso lo llamamos estrés térmico. Y sí, aquí ya hablamos de un riesgo laboral en toda regla.
El estrés térmico aparece cuando el organismo no puede disipar el calor que genera o recibe, y eso puede tener consecuencias graves para la salud: desde calambres hasta un golpe de calor con riesgo vital. No es algo que se “pase” con una botella de agua fría.
Lo más importante a tener en cuenta sobre el estrés térmico es que no siempre ocurre en condiciones extremas. A veces basta una combinación de temperatura alta, esfuerzo físico y ropa poco adecuada para que el cuerpo “deje de funcionar”.
Por eso, el estrés térmico se considera un riesgo laboral evaluable y regulado. Y debe formar parte de cualquier estrategia preventiva en entornos donde el calor (o el esfuerzo) son una constante.
Una vez entendido que el estrés térmico es un riesgo real, la siguiente pregunta lógica es: ¿cómo detectarlo a tiempo?
2.1. ¿Cómo puedes detectarlo?
La más utilizada es el índice WBGT (Wet Bulb Globe Temperature): una fórmula validada y reconocida internacionalmente para evaluar la exposición al calor en entornos laborales.
Este índice tiene en cuenta cuatro variables clave:
- Temperatura del aire
- Humedad relativa
- Radiación térmica (por ejemplo, el sol directo)
- Velocidad del aire
A partir de estos datos, se obtiene un valor WBGT que se compara con unos límites definidos según el tipo de tarea que se realiza: no es lo mismo una actividad ligera que un trabajo físico intenso bajo el sol.
La normativa de referencia para aplicar esta medición es la UNE-EN ISO 7243, junto con la NTP 1189 del INSST, que facilita su aplicación práctica en el ámbito laboral.
Medir el estrés térmico no es técnicamente complicado, pero sí requiere:
- Equipos de medición específicos y calibrados
- Personal con formación en Higiene Industrial
- Mediciones realizadas en condiciones reales de trabajo
Y un punto importante: la fórmula del WBGT varía según el entorno.
No se aplica igual en un almacén cerrado que en una obra a pleno sol. Distinguir entre interior, exterior, zonas con y sin radiación solar directa es clave para que los datos tengan sentido y sirvan para tomar decisiones acertadas.
Ahora que ya conoces la teoría, vamos a la parte importante: la práctica.
2.2. ¿Cómo puedes prevenirlo?
Prevenir el estrés térmico implica actuar, incluso antes de que aparezcan los primeros síntomas.
Para ello, debes de incorporar al calor como un factor real de riesgo en la planificación del trabajo, en la organización de turnos, en la ropa que se utiliza, en los espacios disponibles para descansar.
Aquí van algunas medidas clave que te ayudarán a conseguirlo:
Zonas de descanso climatizadas
Puede parecer una obviedad, pero tener un lugar fresco donde parar marca la diferencia.
Cuando las temperaturas son altas, no basta con hacer pausas: esas pausas tienen que servir para recuperarse de verdad. Y eso solo ocurre si el cuerpo puede bajar su temperatura, aunque sea unos minutos.
Habilitar una sala a 24–26 °C, con buena ventilación, sillas cómodas y acceso a agua, no requiere una gran inversión. Pero su impacto es enorme.
Ropa y EPIs que ayuden, no que agobien
Cuando hablamos de calor, lo que llevamos puesto importa. Y mucho.
El cuerpo no regula igual si va cubierto con tejidos ligeros y transpirables, que si trabaja con ropa oscura, gruesa o impermeable. A veces, el estrés térmico empieza con lo que llevamos encima.
Por eso, revisar el vestuario laboral es más que una cuestión de comodidad. Es parte de la prevención. Y conviene hacerse algunas preguntas:
- ¿Tenemos ropa diferenciada para verano e invierno?
- ¿Se están utilizando EPIs ventilados cuando el riesgo lo permite?
- ¿Estamos priorizando tejidos ligeros y colores claros en los meses de más calor?
Rotar tareas cuando el calor no da tregua
No es razonable mantener a una persona ocho horas seguidas en la misma tarea física con temperaturas que rondan los 30º. Por muy acostumbrada que esté.
El cuerpo necesita pausas, cambios de ritmo, momentos de menor carga. Y si eso no se planifica, llega el agotamiento. No de golpe, pero llega.
Organizar la jornada pensando en la temperatura y el tipo de esfuerzo es una medida sencilla y efectiva. A veces basta con combinar tareas intensas con otras más ligeras o alternar zonas calientes con otras más frescas.
Empleo de tecnología térmica
En los últimos años han aparecido herramientas como pulseras inteligentes que miden la temperatura corporal y avisan cuando el cuerpo empieza a estar al límite. Pueden ser útiles, sobre todo en trabajos en solitario o en entornos donde no hay supervisión constante.
En algunos sectores, ya se están utilizando con buenos resultados: limpieza urbana, jardinería, mantenimiento de calles o trabajos en altura. Y, aunque en ningún caso deben sustituir a las medidas preventivas clásicas, pueden ser un buen complemento.
Eso sí, hay que tener claro cuándo y dónde pueden funcionar:
- Si el equipo es pequeño y hay seguimiento cercano
- Si las personas saben interpretar las señales
- Si hay una cultura preventiva real detrás
El estrés térmico es un riesgo real que puede poner en peligro la salud (y la vida) de las personas que trabajan expuestas al calor. Y como todo riesgo, puede prevenirse.
Y la pregunta que importa es: ¿está tu empresa preparada para proteger a las personas cuando el calor aprieta?
Si necesitas ayuda para prevenir y acabar con el estrés térmico en tu empresa, escríbenos a info@acciopreventiva.com o rellena el formulario que encontrarás en nuestra web.
Estaremos encantados de ayudarte.